viernes, 6 de junio de 2014

APUNTES SOBRE LA ESPIRITUALIDAD INTEGRAL







La técnica, entre otras cosas, avanza en nuestros días a gran velocidad, y nos está haciendo ver y comprender nuevas formas de muchas cosas conocidas, aparte de muchas cosas nuevas. Tomemos el ejemplo de un libro.

En los tiempos del Código de Hammurabi (siglo XVIII a. C.) el libro era una piedra cónica grabada con una serie de signos (cuneiformes). Los egipcios estos signos los trasladaron a los muros y sobre todo a los papiros en rollos, sus libros. Los romanos utilizaron tablillas de cera que marcaban con el “stilus”. En el medievo se utilizaron los pergaminos (pieles elaboradas) escritos a mano por los amanuenses e ilustrados muy bellamente. Nosotros hemos conocido (de larga tradición) el papel, hecho con pasta de madera, con el que se han elaborado una cantidad inconmensurable de textos. Hoy día hemos llegado al llamado “ebook”, el libro informático (la colonización de la lengua es patética). Todos los objetos que los humanos a lo largo de la historia hemos usado para imprimir nuestra escritura, no son más que soportes. Varían de unos a otros pero la escritura permanece, el libro permanece, la Piedra Roseta, el Código de Hammurabi, los rollos, los pergaminos... y el ebook son sencillamente libros. Si alguien dijera que un ebook no es un libro porque no es de papel, cogería el rábano por las hojas. La esencia del libro es la escritura como instrumento para la trasmisión del pensamiento, del sentimiento... y desde luego nadie osaría llamar a los códigos de pergaminos que contienen las Glosas Emilianenses “no libros”. No es el soporte, sino la escritura lo que hace que el libro se tal.

Algo similar nos está pasando a los hombres con respecto a la Realidad a la que llamamos Dios (un icono de lo Divino con muchos siglos de historia y válido siempre que lo despojemos de la inflación ganada con el paso de la historia). La confundimos con el soporte mítico medieval con que nos transmitieron su concepto, su idea. Algo que ha sucedido con muchísima frecuencia en el mundo de la modernidad que rechazó de plano a Dios porque se vio en la evidencia de que tenía que rechazar el mito medieval, sin caer en la cuenta de que no es lo mismo el soporte que lo soportado, lo que se trasmite que el medio de la trasmisión, Dios que el Dios mítico. Si la humanidad da un paso hacia la racionalidad o hacia la visión sutil, han de ser éstas los medios de trasmisión de la Totalidad, del Misterio al que llamamos Dios, y no el mito o, lo que sería mucho peor, la visión mágica que quedó atrás hace muchos siglos, aunque no para muchos. Negar al Dios mítico no es ser ateo, sino ser coherente con la evolución de la conciencia que exige una nueva forma de entender lo Divino (como Misterio, Totalidad, Nada, Plenitud, Cosmos, Vacío, Realidad total y transpersonal, Fundamento último del ser...).

La historia, pese a lo que sostienen los creacionistas, es puro desarrollo, es pura evolución. Desde la piedra a la autoconsciencia, desde la semilla al bosque, desde los átomos hasta las galaxias, desde la célula procariota hasta los mamíferos, desde el feto hasta el hombre maduro... Y en esta evolución los estudiosos han descubierto a base de experimentar en los más diversos campos una serie de rasgos comunes a todo ser (y por lo mismo a toda evolución). El conjunto de estos rasgos comunes es el objeto que trabaja la espiritualidad integral. Hoy tenemos un conocimiento global, cualquier persona puede acceder al conocimiento acumulado a lo largo de la historia por todas las culturas, y también a la experiencia, a la sabiduría, a las reflexiones... de todas las civilizaciones de la historia. Apelando a las grandes tradiciones del mundo se ha esbozado un mapa integral (o inclusivo) de los elementos más interesantes que ellas nos proporcionan.

Este enfoque (o mapa) integral contiene fundamentalmente estos cinco elementos: cuadrantes, niveles o estadios, líneas, estados y tipos. Con estos enfoques se tienen cuenta los aspectos más importantes de la vida. El mapa integral nos ayuda a vernos a nosotros mismos, la vida y a Dios de un modo más exhaustivo y eficaz. Yo diría de un modo novedoso que hasta ahora ha sido imposible tener. En San Francisco -California, EE.UU- se ha creado el Integral University para un aprendizaje realmente integral. Este mismo enfoque ha originado el Integral Spiritual Center que reúne a grandes maestros espirituales del mundo. Este Centro ha elaborado doce terapias experimentales para el día a día, llamada Práctica Vital Integral, doce pues atienden a las dimensiones cuerpo, alma, espíritu desde las perspectivas de los cuatros cuadrantes (yo, nosotros, ello, ellos). El comienzo de una era verdaderamente integral supondrá la extinción definitiva de la era metafísica.

Los cinco elementos (el perfil de nuestra conciencia)

Los elementos que comprende este mapa de la visión integral son llamados: cuadrantes, niveles, líneas, estados y tipos. Se ha de advertir que no son meros conceptos teóricos, sino aspectos de la experiencia que podemos verificar en cualquier momento. Se trata del perfil elemental de la misma conciencia humana. La misión de la visión integral es la de ayudarnos con rapidez y eficacia en el viaje de la vida.

- Los cuadrantes son los elementos de conexión de todos los demás. Acabo de nombrarlos. Otro de los nombres que se les aplica (ya en la escolástica se hacía como identidades del ser. Y lo son: Verdad (ello y ellos), Bondad (nosotros), Belleza ( estética o yo). Toda realidad tiene estos cuatro cuadrantes, y por lo tanto también nuestra conciencia, estos cuatros aspectos que han de ser igualmente cuidados en todo desarrollo, en toda espiritualidad: lo interior subjetivo junto con lo interior colectivo, que es el ámbito de los sentimientos, la estética, la belleza, los pensamientos, lo espiritual (como lo entendemos actualmente) amén de la cultura, el arte, la moral... y lo exterior tanto individual como colectivo o mundo de la naturaleza, de la sociedad, de las estructuras, de la materia, de las ciencias...

Estos cuatro elementos los podemos observar en nosotros mismos: nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestro espíritu... - tanto plural como colectivo- y hacerlo desde una perspectiva externa, analizándonos, (en tercera persona, lo hace la ciencia) o interna viviéndonos como cuerpo, como alma... como lo que somos (en primera persona, lo hace la vida).

- Los niveles (también llamados estadios)
Todos los cuadrantes se desarrollan, crecen (más o menos), evolucionan. Así van apareciendo los distintos niveles. En el cuerpo y en la materia lo vemos con los ojos de la cara. En la mente, hablamos de personas maduras o infantiles... Igualmente lo podemos observar en los demás cuadrantes, el nivel del místico no es el del impío, distinguimos perfectamente entre el oprimido y el opresor, entre Jesús de Nazaret y un talibán misógino.

En el cuadrante del yo humano podemos distinguir diversos estadios: el egocéntrico (abundante), el etnocéntrico (abundantísimo), el mundicéntrico (escaso) y el Kosmocéntrico (escasísimo). El primero no va más allá del cuerpo, el segundo de la mente, el tercero llega al espíritu, el cuarto es además no-dual. Y esto tanto en lo individual, como en lo colectivo. Los nacionalismos no llegan al espíritu, pero la expansión de esta conciencia grupal favorecen sistemas más complejos que los clanes y las tribus. Pero mientras no lleguemos a los sistemas globales estaremos impidiendo el desarrollo total del hombre y de la historia. Mas poco a poco creamos niveles sociales cada vez más elevados. Jesús de Nazaret en su mandamiento del Amor sin límites tenía muy claro todo esto.

- Las líneas de desarrollo

Éstas se dan igualmente en los cuatro cuadrantes. También llamadas líneas de inteligencia. Son múltiples y cada una puede alcanzar un nivel muy distinto a las otras. Todos conocemos a personas muy eruditas y a la vez muy inmorales. La terapia integral está enfocada al más pleno desarrollo de todas ellas. Recuerdo las principales:

. la línea cognitiva (de Piaget), fundamental, es sencillamente la conciencia de lo “que es”
. la línea emocional, incluye todas las emociones
. la línea interpersonal, la forma de relacionarse con los demás
. la línea moral, de las buenas costumbres
. la línea estética, de la belleza y del arte
. la línea de la identidad del “yo”, ¿quién soy yo? Y su respuesta
. la línea de los valores, estudiada por C.Graves ¿qué merece o no la pena?
. la línea espiritual, o lo que la persona considera lo último, lo más importare
. línea psicodinámica

Todas y cada una de estas líneas pueden alcanzar niveles máximos, medios o mínimos. Todos conocemos ejemplos abundantes (grandes deportistas muy ignorantes, o santos muy sabios pero incapaces de practicar aceptablemente un deporte, grandes artistas inmorales...) y todas alcanzan a los cuatro cuadrantes o como los podemos llamar: yo, cultura y naturaleza. Los cuatro se desarrollan, esto es, se despliegan de niveles inferiores a los superiores. Un ejemplo: Cuadrante exterior individual, átomo, célula, tejido, organismo, árbol, bosque...o feto, bebé, infante, adolescente, joven...: Cuadrante interior individual: yo instintivo, mágico, arcaico, mítico, racional, intuitivo, holístico...no-dual: Cuadrante interior colectivo: nosotros (cultura) premodernos, modernos, postmodernos, integral... Cuadrante exterior colectivo: clanes, tribus, ciudades estados, imperios, naciones, organizaciones supraestatales, comunidades integrales... Esto lo vemos en cada una de las líneas de desarrollo, no creo necesario insistir.

Ya he escrito en otros artículos de este blog sobre los diversos aspectos de lo que queremos expresar cuando utilizamos la palabra espiritualidad (el 12/4/10 y el 26/3/11). Por ahora no insisto en ello, puede ser que más adelante.

Los tipos. Principio masculino y femenino. El masculino se identifica más, quizás, con la individualidad y el femenino con la relación. Estos tipos existen en todos los seres, pero somos más conscientes de ello en lo que se refiere al sexo, al pensamiento, al sentimiento, a la intuición... y pueden hallarse en cualquiera de los niveles o estadios.

Refiriéndonos a los hombres (varones y mujeres) se desarrollan a través de los distintos niveles de forma diferente, una voz diferente según sean varones o féminas. El varón se centra más en la autonomía, la justicia, los derechos, la lógica reflexiva, la mujer en la relación, el respeto, la responsabilidad. Los varones se tocan poco, las mujeres sí lo hacen con normalidad.

En el estadio integral ambas voces, masculina y femenina, que desde el inicio están dentro de cada individuo, tienden a integrarse. No se trata de que cada sexo se asemeje al otro, sino que abraza los dos aspectos de su propio ser, no se trata de un tertium quid amorfo y asexual, sino que siendo varón o mujer se atiende más conscientemente al otro aspecto de su propio ser.

Los estados. La palabra la utilizamos con frecuencia: estado de salud (corporal normalmente), estado financiero, estado del clima, el estado... Se experimentan en todos los cuadrantes. En invierno la naturaleza parece estar dormida, y lo está, la vida está aletargada, en primavera florece... y lo mismo sucede en las sociedades, en las culturas. Aquí me refiero a la conciencia (que es todo), y a la conciencia humana o autoconsciencia en concreto. Dejando sentado que siempre es posible en el hombre un estado alterado de conciencia (estados meditativos, experiencias cumbres...), hablo de los estados a los que accedemos todos con toda normalidad. Son vigilia, sueño -con sueños- y sueño profundo, propios del cuadrante superior izquierdo o individual. Dichos estados no son permanentes, entramos y salimos de ellos cada día de nuestra vida en la tierra. En estos estados alcanzamos contactos muy diversos con la realidad. Del estado de sueño profundo no hay memoria en la mayoría, ni siquiera del sueño con sueño, pero los místicos causales nos hablan de sus experiencias en los mismos. La práctica de la espiritualidad integral ayuda a conseguir unos estados energéticos (sutil y causal) del cuadrante superior externo que nos hacen vivir constantemente en esa percepción-identidad de la realidad-Realidad. ¿Qué decir en el mundo cristiano de la intimidad que Jesús tenía con su Abba? ¿Qué es lo que Teresa de Ávila encontraba entre los pucheros, una idea de Dios o la Realidad que llamamos Dios? Sencillamente se trata de: Amada en el Amado transformada. Leer a los místicos ayuda mucho.

¿No es verdad que la religión (o espiritualidad) nos habla constantemente de la Vida y del Amor? Y sin embargo, ha sido siempre origen de muerte y destrucción y lo sigue siendo. A una grandísima parte de la humanidad -la inmensa mayoría- le falta encontrar el sentido a todo. Asumiendo que la espiritualidad abarca todo lo dicho, los cinco elementos, habrá sitio para todas las visiones de Dios, o casi todas. Y todo podrá cobrar el sentido que no vemos. Ha de ser fruto de una experiencia personal. Más adelante quizás vuelva al tema para desarrollarlo más. Hoy quiero despedirme haciendo una reflexión sobre Dios o el Espíritu teniendo en cuenta lo dicho:

¿El Espíritu (Dios...) es real o no lo es? ¿O acaso una mera creación mental?

¿Existe, o no, un Fundamento real de Todo, una Divinidad real? ¿Existe ese Cristo, ese Misterio que soporta nuestro propio ser y a todo el cosmos dańdole Vida y Sentido?
Sin duda alguna la respuesta a esta pregunta no la podemos buscar en la razón humana que no puede alcanzar el Misterio. Es tan imposible que la razón nos de la respuesta como poder oír música con los ojos. La razón no es el medio adecuado. Mas de ahí, llegar a la conclusión de que no hay tal Espíritu es totalmente irracional, sería similar al sordo que negara la existencia del sonido. La actitud adecuada sería ver y estudiar las respuestas que han dado los hombres que a lo largo de todas las épocas han alcanzado los niveles superiores de conciencia: los místicos de todas las culturas. Siempre teniendo en cuenta las limitaciones humanas de las mismas, se ha de deducir el denominador común.

Visto desde estas experiencias, el Espíritu o Fundamento de todo no es en modo alguno un ser mágico, ni mítico, ajeno al mundo, sino que es la Esidad (no sólo ens a se) de todo ser, o la Vacuidad que es transparencia de cuanto existe o puede existir. Es una Inteligencia o Conciencia, no mítica, no dualista, sino no-dual, no una inteligencia que percibe las cosas, sino que conoce las cosas siéndolas, manifestándolas. Es a la vez conocimiento y ser, sujeto y objeto. Si se le describe como Ser, no se trata de una substancia ontológica, sino de la Esidad misma de cada cosa que es previa a todo (conceptos, sentimientos, imágenes, símbolos...). Si se le describe de forma personal, es la Divinidad, anterior a cualquier manifestación de la misma como Origen, Fuerza y Amor (Padre, Hijo, Espíritu) o cualquier otra. Es una Talidad eterna, esto es, atemporal; no se trata de una Talidad imperecedera, sino que no tiene tiempo, no está en el tiempo. Es meramente momento, ahora, presente, ajena al tiempo.

Se puede describir ese Espíritu de múltiples formas y maneras, tantas como los despliegues evolutivos de la conciencia y todas coinciden en la existencia de una Realidad infinita que es y está más allá, detrás, sobre y como el universo manifiesto, algo similar (pero solo similar) a como las hojas de un libro están sosteniendo a las letras, sin papel (o el soporte que sea -ahora mismo estoy escribiendo sin papel-) y sin letras no tenemos libro.

Y podemos preguntarnos ¿existe una prueba de todo esto? Sí, la misma que nos demuestra a qué sabe un gazpacho andaluz: experimentarlo.

Ascender por los niveles de conciencia en los cuatro cuadrantes hasta llegar a las olas más altas y degustar lo que entonces se experimenta. El camino místico es la prueba. Y ese Dios experimentado no será un Dios mítico, ni dogmático, no será un Dios meramente racional... ni será el dinero, ni cualquier otra preocupación que absorba la conciencia de los hombres, respuestas que a lo largo de su evolución los humanos nos vamos dando y que son incompletas y parciales, aunque sirvan en sus momentos, pues no son globales, no son integrales.

Acabo con unas palabras de Wilber, uno de los miembros del Integral Spiritual Center:
Existe un Espíritu en todas y cada una de las olas de conciencia, puesto que el Espíritu es esa misma conciencia mostrándose en los distintos niveles de su propio desarrollo, la misma conciencia que duerme en los minerales, empieza a despertarse en las plantas, se mueve en los animales, revive en los seres humanos y retorna a sí misma en el sabio despierto. Y lo más extraordinario es que todos nosotros -tanto usted como yo- estamos invitados a convertirnos en un sabio despierto.
¿Llegaremos a verlo?”

José A. Carmona