He conocido a hombres –no sólo
varones- buenos en mi vida, como he conocido a algún verdadero sabio, a
eruditos que deslumbraban y lo continúan haciendo, a” ignorantes” de mucha
calidad y calidez, a individuos, la mayoría mujeres, de una belleza física
impactante… y al referirme a hombres buenos, lo digo tal como los expresa
Antonio Machado: “en el buen sentido de la palabra” (Retrato).
Uno de esos hombres buenos que he
conocido en mi vida fue Antonio Añoveros, quien, sin él saberlo, me introdujo
la inquietud por la “función social de la propiedad privada”. Otro es, no
simplemente ha sido, Antonio Troya quien introdujo en mí muchas inquietudes de
hondo calado sobre las “cuestiones últimas”, sobre el Misterio.
Tenemos en nuestra sociedad
“crisis” muchísimo más graves que la económica -en España la de la clase
política muy incompetente desde hace largos años, por ejemplo –, tenemos sobre
todo crisis de esperanza y no en un futuro temporal sino en lo profundo de
nosotros mismos y en la humanidad-, pero es de ésta, de la económica, de la
única que hablan los medios de comunicación de masas. La tesitura en la que se
encuentra la humanidad, en occidente parece caótica “gracias a los
mercados” ¿sólo gracias a los mercados? Pero en la mayor parte del mundo no ha
cambiado mucho su situación de miseria económica ¡escandaloso! Mientras
padecemos muchos recortes y mucha gente ha
de vivir en pobreza, muchos pueblos ni siquiera pueden padecerlos y siguen
muriendo de hambre.
Escribo esto por varias razones, entre
ellas porque entiendo que cualquier reflexión es productiva pues va abriendo
surcos a nuevos niveles de conciencia, y la conciencia está en la raíz de todo
fenómeno, más cuando es humano. Mejor, la consciencia es también todo fenómeno.
No escribo, pues, porque entienda que lo que digo sea nada que la gente concienciada
en lo social no sepa.
He hablado frecuentemente en este
blog de los niveles de conciencia, de esos estados en los que se encuentra en
cada momento histórico la autoconsciencia humana que es evolutiva y de la
importancia de la conciencia dentro de esta cultura que la quiere desterrar por
decreto. No me refiero (en exclusiva) a la conciencia moral, sino a la
conciencia que es el S(s)er y a la autoconsciencia que es el hombre (uno de sus
aspectos es la conciencia moral). Todo momento histórico tiene su visión de las
cosas y su tiempo para evolucionar, tiempo que se mide en milenios, aunque cada
vez dicho tiempo se acelere más. En todo momento histórico en la humanidad, en
la sociedad, en los países conviven muy diversos niveles de consciencia (o
conciencia) y el conjunto de todos queda manifestado en las formas culturales.
Parte importante de la cultura y de la sociedad (cuadrantes interior y exterior
colectivos) la constituye el capital, el dinero, la propiedad privada, las
posesiones materiales -las otras no parecen existir, ni hablamos de ellas-… La inmensa mayoría de los hombres, de las sociedades se hallan bajo
el paraguas del capitalismo, sistema económico que ha venido a desembocar en un
sistema devorador y especulativo cuya única razón de ser es poseer, y poseer
sobre todo bienes materiales, sistema que se está autodestruyendo. Esto supone
que el nivel de conciencia, el nivel de evolución del Ser está estancado en la
individualidad y en lo material, está en un nivel egocéntrico y sin proyección,
sin apertura, en un nivel mítico-azul, pre-racional.
Esto conlleva un sistema de
valores (aquello por lo que merece la pena vivir y morir) propios: primero
tener dinero, luego tener dinero y por último tener dinero. Cualquier otro tipo
de valor se entiende como una estupidez. Para tener dinero hay que hacer lo que
sea necesario. Y no podemos olvidar que el dinero es hoy pura especulación, que
la economía productiva ha dejado en gran medida de tener vigencia, está
prácticamente estancada desde hace muchos años con honrosas excepciones. No
existen más valores. El capitalismo ha convertido a la sociedad en un campo de
batalla en el que no matan las armas de fuego, sino la especulación sobre un
capital inexistente en su gran mayoría. ¡Cuántas personas mueren cada día por
falta de medios! –o porque no les llegan el salario, si lo tienen, a fin de mes-
¡Cuántos mueren como humanos por falta
de educación, posibilidad de estudios, de la Paz –Shalom-, de conocimientos…¡
Estamos tan metidos en esta
burbuja cultural que ha potenciado el capitalismo liberal que la inmensa
mayoría de nosotros la da por absolutamente verdadera. Somos incapaces de ser
mínimamente críticos con la mayoría de los valores impuestos, pese a toda la
indignación que este sistema, que hace aguas, está causando. Estamos, la mayoría, por el momento muy a gusto bajo su
horizonte. Se ve como normal que los que se dedican al “ocio”, a “distraer a
los demás” ganen muchísimo dinero. Es el caso de un actor/actriz de cine, de un
futbolista, de un tenista... todos de élite –o no tanto-, de un cantante… que ganan
burradas de millones de euros y la masa humana, no solamente no se cuestiona la
moralidad del hecho, sino que contribuyen con sus escasos haberes asistiendo al
partido de fútbol, viendo la película… No estoy negando el derecho a asistir a
dichos espectáculos, es bueno y gratificante para muchísimos. Me refiero a la
falta de espíritu crítico, y el
conformismo general por ende, ante las cantidades astronómicas que se embolsan,
mientras que la sociedad está sufriendo estrecheces y padeciendo hambre, por no
entrar ya en otras estrecheces: de cultura, formación… Me justificaba un conocido hace unos días con
estas palabras literales que determinado futbolista ganara los millones, de
euros por supuesto, que “gana”: “porque mueve
mucho dinero” me decía, es claro que cuando él juega el campo se llena ¡Hasta qué
punto están enraizadas en la “gente” las ideas de la economía especulativa:
“mueve mucho dinero”! La producción ni se plantea.
Hay muchas protestas –a las que
me uno- contra los muy sustanciosos salarios de los altos ejecutivos, pero ni
una sola muestra de indignación, todo lo contrario, muchas veces es
satisfacción lo que se muestra, por los altísimos contratos de deportistas, actores/actrices… ¿No
será que hemos interiorizado totalmente uno de los máximos principios del
capitalismo liberal: la propiedad privada no tiene límites?
Podría extenderme, pero baste lo
dicho.
La propiedad privada y la ambición sin límites: un problema social
¡Los mercados: culpables! ¡Los
bancos: culpables! ¡Los políticos: culpables!… todas las manifestaciones culpan a. Es la actitud humana, buscamos
culpables –personas sobre las que recaiga una condena por haber causado el
desorden social-, no buscamos responsables – los que han de dar respuesta ante sí mismo
y ante la Humanidad, mucho menos implicarnos en la responsabilidad. No solemos conocer la diferencia, incluso el diccionario
la desconoce, creo que la diferencia se está elaborando en el pensamiento más
avanzado- y los (culpables) buscamos fuera de nosotros mismos. Castigamos al otro y
pensamos que con ello se restablece el orden justo. Pero, ¿es así? Si
profundizamos mínimamente comprobamos que nosotros (todos los hombres –no
exclusivamente varones) somos los mercados y los bancos y los políticos… mas
descubrir esto supone un grado de evolución de consciencia que no tiene la mayoría aún, ni siquiero los eruditos, sí los sabios. Todos somos Uno. Los mercados, los bancos… son la humanidad y la humanidad
es nosotros (la identidad entre el Yo-yo y el nosotros). Descubrir esto significa
haber llegado a ser persona en el sentido que he explicado en un artículo
anterior. De todos modos
¿Quiénes son los mercados? El
mercado no es más que la sociedad sin límites en sus ambiciones, sin límites en
su afán de tener dinero. Es la sociedad que ha creado la especulación, cuando
ha visto que la productividad era claramente insatisfactoria para sus pretensiones.
Y la especulación no se basa más que en estimaciones arbitrarias que dependen
de los momentos emocionales del grupo, o de los intereses de un grupo
determinado. Esto es en substancia lo que hace la bolsa ¡tan adorada en el
capitalismo! Todos somos ese mercado -y no es un mero decir-,todos somos esos humanos relacionados unos con otros
que tenemos una ambición sin límites por poseer. Se me puede objetar y con
razón: el pobre o la pobre que está parado/a no es el mercado bursátil, sino
que sufre en sus carnes las consecuencias del mercado bursátil, de su ambición
desmedida. Pienso que es así, pero el mercado es una creación de toda la
sociedad y por lo mismo la responsabilidad (el que responde), no la
culpabilidad, de su existencia y de sus caprichos es dicha sociedad. Los
parados responden quizás padeciendo sus consecuencias. Y lo que es indudable:
todos somos responsables por omisión o ignorancia, algo no muy tenido en cuenta
en nuestra visión económica. Como es claro que la bolsa, el mercado del dinero
no obedece más que a una ambición ilimitada, es la misma sociedad que la creó y
en la se manifiesta, la que ha de hacerla desaparecer o la ha de transformar o
ponerle límites. Pero de ahí a buscar unos culpables y quedarnos satisfechos con ello hay
mucha distancia. Sin embargo, nuestra mente sólo se queda satisfecha cuando
hace caer la culpa sobre alguien y a esto llamamos justicia sin ir más allá en
lo que respecta a la responsabilidad personal ¡La conversión del corazón! Esta
visión pertenece, pienso, a nuestra burbuja cultural: culpa-justicia-condena-satisfacción.
Antes de Hammurabi la venganza no tenía límite, en dicho código se establecía
un avance: solamente ojo por ojo, no muerte por ojo; hoy se contempla el ojo
por ojo como una medida igualmente desmedida, poco a poco la consciencia
avanza. Por descontado que la responsabilidad no es del mismo grado en cada
uno, pero sí que afirmo que cada uno ha de asumir las suya propia y no quedarse
satisfecho cuando “se castigue a los culpables”. Así queda satisfecha nuestra ¿sed
de venganza? –que llamamos justicia-, pero no restablecido el orden social.
Algo similar, solamente similar,
se podría decir de los bancos. El banco somos todos: los que utilizamos sus
servicios para pagar recibos, para cobrar nuestros salarios aunque sean
misérrimos, para cobrar el paro o subsidios, para tener nuestros ahorros, para
inversiones pequeñas o grandes, para gestiones financieras de más o menos
calado… Todos lo formamos aunque no todos tengamos el mismo nivel de
responsabilidad, como ya he dicho y todos sabemos. Un sistema de administración
y gestión de los bienes lo necesita la sociedad, en el capitalismo son los
bancos. Y es ésta la que ha (hemos) de buscar sanearlo(s) para que sirvan
realmente a la misma. No basta con condenar a los malos gestores.
Los políticos son representantes
y no pueden resistir una sociedad en contra por mucho tiempo, si permanecen
pese a que gestionen mal lo público, es porque tienen apoyos populares ¡La
ignorancia y la pasividad! Hemos tenido, y tenemos en España, una larga época de
políticos incompetentes, los hechos hablan, y sin embargo no les faltan los
apoyos de muchos.
El problema de base está en la
sociedad misma. Y esta forma de sociedad en la que vivimos tiene pancreatitis,
se está auto devorando.
Entiendo que no hemos de andar en
exclusiva buscando culpables, sino asumiendo la responsabilidad personal, o
sea, alcanzando la madurez necesaria para que todos nuestros actos sean
acciones y no reacciones, sean personales (persona: relación) y no meramente individuales.
Esto en modo alguno es conformarse, sino aceptar “lo que es” y cambiar lo que
se haya de cambiar primero en nosotros mismos sin olvidar que la sociedad es
nosotros mismos, no resignarse a la opresión, pero sí hacerse agua con el río
para fecundar, no para arrasar. Muy difícil en nuestro nivel de cosnciencia. Esto conlleva una visión de la vida muy
distinta a la que difunde nuestra cultura, una visión que personalmente veo
plasmada en las Bienaventuranzas, no solamente las contenidas en el evangelio
de Mateo (5, 3-16) sino también las del de Lucas (6, 20-23). Entiendo que para
ello no basta el conocimiento representacional sino el de identificación. Un
paso más en el nivel de consciencia, paso que conlleva una nueva conciencia
moral pero que es mucho más que la conciencia moral.
La propiedad privada no es un derecho ilimitado
La ambición es el fundamento en
el que se apoya la propiedad privada tal como la entendemos. Y la ambición
sustento de la propiedad privada no tiene ningún límite por la sencilla razón
de que está considerada socialmente en el nivel de lo absoluto, o del Absoluto muchas veces. No existe nada
más allá del dinero, bueno, de la posesión del dinero. Poseerlo lo justifica
todo. Éste es el pensamiento del capitalismo liberal, y lo que subyace en el
deseo de la inmensa mayoría de los hombres. ¿Hay que demostrarlo? Echemos una
mirada alrededor: guerras, hambre, poder, miseria, lujos escandalosos… y la
masa contempla impasible en las televisiones junto a peticiones en favor de
Haití, de los niños de Costa de Marfil, de las víctimas de las múltiples
injusticias estructurales… la exhibición de mansiones, coches, riquezas
(materiales), poder mediático de los ídolos de masas… realmente insultantes. Y se admira a los que tienen mucho dinero.
¿Realmente no tiene límite la propiedad
privada? Hemos descartado a Dios que durante siglos fue pensado como el
Absoluto, así que en el pensamiento occidental no hay nada Absoluto en la línea
de las ideas, sí lo hay en la línea de los valores: el dinero. Creo que ha
habido razones muy poderosas para descartar al dios mítico que nos esperaba al
final de nuestra existencia. Pero en modo alguno para descartar al Espíritu, a lo
No-dual, al Misterio, al Amor y la Verdad. Cualquier hombre bueno piensa que
los bienes materiales, que el dinero, ha de servir a la humanidad entera: sé
muy bien que los economistas liberales, como dice Sala i Martín, entienden que
esta finalidad de servicio a toda la humanidad es la que justifica que en la
base de la propiedad privada esté la ambición pues de lo contrario no serviría
a todos, pues es la ambición lo que mueve a los hombres, pero en modo alguno comparto su
opinión.
Es cierto que estamos en un
período de la evolución de la consciencia de la mayoría de los hombres al que
le queda mucho por avanzar, mas ya se dan muchos atisbos de que una buena parte
está en niveles superiores. Y estos: los de consciencia más avanzada, son los
que han de marcar la ruta a seguir, entre estos está muy claro que la base de
la existencia de la propiedad privada es su fin social, la justicia
distributiva. Ya Maslow en 1943 desarrolló su famosa pirámide de necesidades
humanas, necesidades que han de ser satisfechas en todos los hombres. La pirámide es una jerarquización de las
mismas: comienza por las necesidades fisiológicas, como el respirar –nadie la
pone en duda, ni la ataca- la alimentación –muy atacada por la ambición-… Y
termina con las necesidades de autorrealización –que estas lleguen a todos en
el capitalismo neoliberal ¡ni soñarlo!, ni en ningún sistema del mundo-. Pues bien, la amplitud que han de satisfacer estas
necesidades, posteriormente mucho más desarrolladas por psicólogos y místicos,
es el límite a la propiedad privada de cualquier bien, comenzando por la del
dinero.
Y es ésta la finalidad de toda
propiedad privada de bienes: que todos
tengamos Shalom –los medios necesarios para desarrollar una vida humana plena y
libre-. No quiero ser confundido con un marxista, mi pensamiento y mi
corazón están muy lejos del marxismo ortodoxo, que no supera el segundo escalón
de los estados de conciencia. En modo alguno acepto que las ideas y las
dimensiones superiores o interiores, espirituales, profundas del hombre sean nacidas de las necesidades materiales.
Ciertamente que hay una comunión entre todo lo humano, pero lo material no es
sustento de las “superestructuras”, sino manifestación externa de las realidades
interiores. Dicho esto, quiero afirmar rotundamente que la función social de la
propiedad privada es la única razón que justifica su existencia. “Mi libertad
acaba donde empieza la tuya” dice Sartre, mi derecho de propiedad privada acaba
donde empieza el tuyo. En la casa del Padre hay sitio para todos. Mi Paz no se
puede construir sobre tu muerte, ni la
tuya (paz) sobre la mía (muerte).
Establecer los límites es el
resultado de un pleno desarrollo de la consciencia. Mientras evoluciona y la humanidad no
acceda a ese grado de desarrollo, es función colectiva primero y de los poderes
públicos con sus leyes donde lo colectivo falle (que hoy es en todo)
establecerlos.
Nota: Un detalle: la proporción
entre lo que perciben – son ya muchos millones los que no perciben nada- muchísimos
trabajadores no cualificados, aceptemos mil euros/mes, y lo que reciben los
directores de muchas empresas más de cien mil euros/mes, no digamos de los
cantantes, actores, deportistas de élite… es de cien a uno como mínimo.
¿Realmente una persona ha de ser valorada cien veces –o muchísimas más- por
encima de la inmensa mayoría -muchas veces, no siempre, por engañar a los demás-? ¿En qué nivel se puede estar tan por encima? ¿Qué
diríamos de los que quitaran el aire a los otros? Nadie puede consumir más aire
del que necesita, ni guardar para el futuro ¿por qué en el dinero, y lo que este conlleva, sí?
José A. Carmona
Email: carmonabrea@yahoo.es