viernes, 7 de marzo de 2008

Mentalidad agraria de la institución católica

De la mentalidad mítica o agraria de la institución católica

Primera parte

Me propongo estudiar con una relativa seriedad lo que es la mentalidad agraria o mítica y cómo es esta la que tiene la institución católica[1], autodenominada iglesia católica o universal, e incluso, la iglesia de Jesús. Es cierto que dentro de su amplísimo campo de extensión (el de la llamada iglesia católica) humana caben muchas formas de conciencia. Desde el comienzo ya caben posturas enfrentadas, o casi, como la Mateo y la de Juan (son muy pocas las cosas de fondo que tienen en común sus evangelios). Parece que los estudiosos de la Biblia, o mejor del Nuevo Testamento, prefieren, en general, estudiar a los sinópticos que a Juan, porque este tiene un evangelio ¡mucho más elaborado!

De esto no tengo duda alguna, ¿Pero, es que cada uno de los evangelios no son acaso sino una interpretación (distinta) de la experiencia mística y del mensaje consecuente de Jesús de Nazaret? ¿Una interpretación de su vida y de su muerte? En esto es un ejemplo maravilloso el libro: La plenitud del hombre, de mi amigo Raimon Panikkar, un hombre con una visión enorme de Jesús de Nazaret, no limitada por los límites impuestos por la institución, y animada sólo por la fe. Su exposición de la Cristianía como meta a conseguir en el tercer milenio es sobrecogedora.

Si seguimos buscando distintos y profundos niveles de conciencia, todos distintos y similares a su vez, acogidos dentro de la institución nos encontramos con los padres de Oriente, S. Basilio, S. Cirilo de Alejandría… frente a los occidentales como S. Ambrosio, S. Agustín, etc. Y, si pasamos a los místicos, nos encontramos con multitud de ellos condenados como herejes, Eckhart (posiblemente el más grande), a otros elevados a la santidad, aunque antes hubieran de pasar por la criba de ser acusados de herejía, como Sto. Tomás de Aquino. En España tenemos una legión de místicos, que anduvieron por el filo de la cuchilla con la Inquisición, o por la cárcel… como Sta. Teresa de Ávila, S. Juan de la Cruz. Es oportuno recordar aquí aquella frase de Louis Cognet, profesor del Instituto Católico de París, “podría escribirse el más apasionante de los libros sólo con las miserias de todo tipo infligidas por las autoridades eclesiásticas a los espirituales y a los místicos.” Y en definitiva, no es nada de extrañar que sea así porque la institución ha olvidado por completo la experiencia religiosa, espiritual, mística de Jesús de Nazaret, y ha creado una doctrina dogmática, impositiva, de la que mana su poder sobre los hombres, una doctrina que teme toda mística, porque ésta es una experiencia que se escapa al control de aquella. Ha reducido a mental, pese a sus afirmaciones en sentido contrario, todo el contenido cristiano, cuando éste, en su núcleo, no es sino pura experiencia espiritual, interior, contemplativa, pura efusión del Espíritu, no controlable, ni manipulable, incluso ni siquiera expresable con palabras (es transverbal y apofática), hasta el punto de que dicha experiencia tan sólo puede ser descrita metafóricamente. Y es ésta experiencia la que está en la raíz de lo cristiano.

A mí me resulta muy extraño que se condene a Eckhart como hereje y a Juan de Yepes se la haga santo, aunque prácticamente muriera encarcelado por sus propios hermanos de religión, cuando la espiritualidad de éste está fundada en aquél[2]. No puedo resistirme, como confirmación de todo esto, a escribir unos versos del santo castellano sobre uno de sus éxtasis.

Entréme dónde no supe

Y quedéme no sabiendo,

Toda ciencia transcendiendo.

Y es de tan alta excelencia

Aqueste summo saber,

Que no hay facultad ni ciencia

Que lo puedan emprender;

Quien se supiere vencer,

Con un no saber sabiendo,

Irá siempre trascendiendo.[3]

He apuntado todo lo anterior para recordar sumariamente cómo dentro de una línea de seguimiento de Jesús de Nazaret caben muchas formas, aunque ninguna contraria a las mismas huellas que marcara el Maestro. Luego la institución, organizada en torno a los episkopos o vigilantes a partir de finales del primer siglo se iría encargando de pulir la “ortodoxia”, que poco tiene que ver con la afirmación de Lucas: “Quien no está contra vosotros está con vosotros”(Lc 9,49-50 y Mc 9,38…)

Voy a pasar al estudio con un carácter más técnico. Creo que con la exposición del tema será suficiente para ver el abismo existente entre dicha institución y Jesucristo.

Panorámica de la iglesia

Por supuesto que esta reflexión la hago fundamentalmente para mí. No espero, al menos no es probable, que nadie vaya a leer este escrito, sobre todo porque es algo que apenas interesa a nadie. Me interesa a mí.

Leyendo el capítulo, mejor, los capítulos, que dedica Wilber en su libro Después del Edén a la conciencia agrícola, me vino a la mente la necesidad de recoger la multitud de datos que allá se exponen y hacer una comparación con la institución católica. Y es lo que en los días, o semanas sucesivas me propongo hacer en este libro.

No necesito repetir en este escrito la gran transformación interior que me ha causado leer los libros de Wilber, cómo ha cambiado mi visión del Universo y de la espiritualidad, cómo he profundizado en mi percepción de la institución católica del Vaticano y de la jerarquía… y cómo me ha acercado a la iglesia de Jesús, o mejor, al mismo Jesús.

Hace más de 43 años me ordenaba de presbítero en Cádiz de manos de Añoveros, fue el 29/6/64. En aquellos momentos sentí una emoción interior. Aquel día fue muy importante para mí, en aquellos momentos llegar a ser sacerdote era algo muy grande, yo realmente creía que tenía, como tal sacerdote, una misión religiosa especial. Detrás han venido los cuarenta y tantos años de vida para colocarme un tanto en mi sitio en esta historia de luz y confusiones. En aquellos momentos ya tenía en mi interior todas las raíces de lo que sería mi vida posterior: sentido de servicio, sentido de Ser a través de la persona de Jesús de Nazaret, un sentido muy vivo de la libertad de conciencia a la hora de optar un camino o el camino de mi seguimiento personal, un sentido de honestidad personal. A la vez que grandes defectos, como la dispersión, una indolencia para el trabajo o el esfuerzo, un gusto por lo novedoso (bajo una capa de conservadurismo), una vanidad que me ha llevado a actitudes egoístas, un cierto afán de notoriedad… Hoy no sigo siendo el mismo, y sin embargo…, lo sigo siendo. ¿Qué es lo que mantiene este sentido de identidad en mi interior? Hoy no podría en modo alguno aceptar ser sacerdote de la iglesia católica, y mucho menos ejercer como tal en una parroquia, ni de profesor en la facultad de teología (no me dejarían proclamar la fe tal como la experimento en mí), no tengo la ingenuidad (no sé si buena o mala) de aceptar al Espíritu Santo tras todas las acciones oficiales, y mucho menos detrás de Ratzinger (como papa Benedicto XVI), ni el conservadurismo a ultranza de los obispos españoles, ni acepto que ellos sean seguidores de Jesús, “por sus obras los conoceréis”… Y no niego que la institución ha hecho muchísimo por la cultura y el bien en general de Occidente en los últimos dos mil años. La iglesia es una institución enorme, cuajada de contradicciones, nada divina como se autoproclama, pero llena de valores humanos y también de sus trágicos defectos. Y su mentalidad, la de la iglesia oficial y jerárquica, ha quedado anclada en formas e ideas de la época agrícola de la historia de la evolución de la conciencia. En muchas cosas su mentalidad es muy anterior a Jesús de Nazaret y se identifica con aquella institución de poder religioso que llevó al mismo Jesús a la cruz.

Para desarrollar algo mi pensamiento (pobre) sobre este tema, quizás sea necesario exponer alguna descripción acerca de los elementos que vamos a tener presentes, como la conciencia y la evolución, o desarrollo, de la misma a través de los tiempos (que es la verdadera historia de lo humano, no una mera crónica de hechos según entendemos muchas veces la historia).

Evolución de la conciencia

No pretendo definir algo que no puede ser definido, caso de ser así, la conciencia caería en los límites del conocimiento, con lo que dejaría por ello mismo de ser conciencia infinita, inconmensurable, algo Divino , Espíritu en la realidad, o quizás la Realidad misma. Pero, intentar una descripción es importante, para no errar en el camino. En este sentido Conciencia es lo mismo que Ser, mas esta expresión en nuestra cultura occidental no es del todo afortunada, puesto que entendemos que muchos seres no tienen conciencia, puesto que la conciencia tiene algo que ver con: darse cuenta de algo. Y son muchos los seres que no se dan cuenta de nada. Pero sobre todo en nuestra cultura se llama ser consciente a aquel que sabe que él es, que él existe, que él es contingente, que él tiene una serie de cualidades y defectos… o sea, que llama consciente casi exclusivamente al hombre (aquel ser en el que la evolución se torna consciente de sí misma, como dice Theilard). Por ello, prefiero describir la conciencia como “un aspecto del Absoluto, que está más allá del espacio y del tiempo, de los conceptos, de todas las categorías mentales, de cualquier tipo de límites”, por ello la conciencia no es ni personal, ni mental, sino que trasciende ambas realidades[4]. La evolución de la creación no es sino la evolución de la conciencia. El Punto Omega hacia el que tiende la creación entera en palabras del mencionado Theilard es la conciencia de Dios.

Ken Wilber, posiblemente el mejor estudioso de la conciencia transpersonal que vive hoy, tiene un estudio, mejor un libro en el que estudia la evolución de la conciencia en su aspecto filogenético. Mi trabajo se va a reducir a unos comentarios a los capítulos en los que analiza la conciencia agrícola, o mítico-pertenencia. Pero, antes de entrar en ello será necesario exponer un poco lo que son, en su pensamiento, las estructuras básicas de conciencia. Ya he analizado algo similar cuando estudié un poco las diversas maneras en que se entiende en nuestra sociedad la religión, pero, allí lo hice bajo el aspecto de la ontogenia, del aspecto evolutivo individual, y ahora lo quiero enfocar desde la filogenia, del proceso evolutivo de la especie. Y ello con la finalidad fundamental de ver en qué etapa de la evolución humana, se halla inmersa la estructura eclesiástica. Me importa mucho Jesús de Nazaret, y me importa mucho la relación de la estructura eclesiástica con él. Múltiples son sin dudas las razones.

El espectro de la conciencia

Antes de introducirme en este análisis, es indispensable tener, al menos, una pequeña visión global de qué se entiende en estas líneas por el espectro de la conciencia, o evolución de la misma.

En el desarrollo psicológico (según afirma la psicología transpersonal) existen dos grandes tipos de estructuras fundamentales: las llamadas básicas y las de transición.

Las estructuras básicas son estructuras que, una vez han emergido, perduran como unidades (relativamente) autónomas a lo largo de todo el desarrollo posterior, pueden ser subsumidas por unas estructuras superiores, que las integra como partes de su propia totalidad. En cambio las estructuras de transición son `provisionales y tienden a ser reemplazadas en la siguiente fase del desarrollo.

A estas estructuras básicas las podemos llamar niveles de conciencia, que siguen perdurando una vez que han emergido, manteniendo una relativa autonomía funcional, como veremos. Estas estructuras básicas son conocidas como la Gran Cadena del Ser, aunque haya muy distintas versiones sobre los niveles (de Conciencia) que abarca la Gran Cadena. Las principales escuelas de Oriente y Occidente apuntan a la existencia de una amplia diversidad de niveles.

El interés de las escuelas occidentales se ha restringido a los aspectos prepersonales y personales de la existencia, mientras que las escuelas espirituales y místicas se han centrado en los niveles superiores que podríamos llamar transpersonales.

Wilber intenta un resumen de todos los niveles uniendo a Occidente con Oriente, a la psicología con la espiritualidad y plantea estas estructuras básicas, que presento de forma un tanto simplista, pero suficiente para lo que se pretende:

Primer nivel: Sensorio-físico. El dominio de la materia, la sensación y la percepción, el nivel sensorio-motor…

Segundo nivel. El nivel emocional-sexual (la libido y el prana) y el fantásmico o mente-imagen, que opera exclusivamente sobre la base de las imágenes.

Tercer nivel. Mente rep (representativa). Estadio del pensamiento preoperacional (Piaget). Esta mente se desarrolla en dos estadios: el de los símbolos (de 2 a 4 años) y el de los conceptos (de los 4 a los 7). La mente rep va más allá que la fantásmica, porque, aunque el símbolo y la imagen representen al objeto, el símbolo no lo hace de forma figurativa (imagen) sino verbal. La palabra a-r-b-o-l no se parece en nada a un árbol, en cambio lo imagen se parece. Los conceptos por su parte, suponen un avance sobre los símbolos puesto que connotan (representan una clase de actos) lo que los símbolos sólo denotan (simbolizan un acto u objeto). Se trata de una estructura muy egocéntrica aún, no puede asumir fácilmente el papel de los demás.

Cuarto nivel. La mente rol, o mente regla. Se trata del pensamiento operacional concreto, “conop”. (Piaget). Se le llama rol porque puede asumir el rol de los demás. Es la primera estructura que puede llevar a cabo operaciones regladas: clasificación, jerarquización…

Quinto nivel. Pensamiento operacional formal, “formop” (Piaget). Es la primera estructura que puede pensar sobre el mundo y sobre el pensamiento. Es autorreflexiva e introspectiva. (La autorreflexión aparece de forma rudimentaria en el nivel anterior). La primera estructura que es capaz de llevar a cabo el pensamiento hipotético-deductivo o proposicional. Es el nivel de la mente racional, una mente que opera sobre las relaciones (no ya sólo sobre las cosas).

Sexto nivel. Visión-lógico. Este nivel ha sido denominado como dialéctico o integrador. Es una estructura que va más allá del operacional formal, pues mientras esta establece relaciones, la visión lógica establece redes de relaciones. Es el inicio de una nueva capacidad de sintetizar, establecer conexiones, relacionar verdades, integrar conceptos… Viene a coincidir con lo que Aurobindo llama “mente superior”, es la visión integral. Se trata a juicio de Wilber de una estructura altamente integradora, la más integradora del dominio personal. Más allá está lo transpersonal.

Séptimo nivel. Psíquico. Es la culminación del nivel visión-lógico. En este nivel las capacidades perceptuales y cognitivas del individuo son tan amplias y universales que van más allá de las estrechas preocupaciones y perspectivas personales del individuo. Según las tradiciones contemplativas en este nivel el individuo comienza a aprender a operar sobre las capacidades cognitivas de la mente y comienza a transcenderlas. Coincide con la “mente iluminada” de Aurobindo. Éste afirma lo siguiente:

“La capacidad de percepción de la visión interna (mente iluminada) es mucho mayor y más directa que la capacidad de percepción del pensamiento… La mente iluminada supone una conciencia y una capacidad de ver y de comprender la Verdad todavía mayor (que la mente visión-lógica) y proporciona a la mente pensamiento una visión y una inspiración interna directa que nos permite advertir las pautas subyacentes y nos capacita para una comprensión global superior de la que nos proporciona la mente-pensamiento.”

Octavo nivel. Sutil. Se dice que es el asiento de los arquetipos reales, de las formas platónicas,… de las iluminaciones audibles, de los éxtasis transcendentes. Las tradiciones contemplativas hablan de diversos aspectos de este nivel. Es la intuición transcendental de Goleman, la mente intuitiva de Aurobindo…

Noveno nivel. Causal. Se dice que es la fuente no manifestada, el sustrato transcendente de todas las estructuras inferiores, el Abismo del gnosticismo, el Vacío del mahayana, lo Sin Forma del vedanta…la supermente de Aurobindo. El self universal y sin forma, común a todos los seres.

“Cuando la Supermente (causal) desciende, la predominancia de la sensación de identidad central se subordina, se pierde… en la vastedad del ser, hasta que finalmente queda abolida y es reemplazada por una percepción cósmica expandida y por la sensación superior e ilimitada del self universal… una conciencia de unidad sin fronteras que todo lo impregna… un ser que esencialmente es uno con el Self Supremo.” (Aurobindo)

Décimo nivel. No dual. Después de haber atravesado totalmente el estado de absorción causal en lo no manifestado, la conciencia despierta finalmente a su morada previa y eterna como Espíritu Absoluto radiante y omnipresente, uno y muchos, único y todo, integración e identidad completa entre la Forma manifiesta y lo Sin Forma no manifestado. Es el samadhi, el turiya, la Supermente… Estrictamente hablando, no es un nivel entre muchos otros, sino la misma realidad de todos los niveles.

Aunque esta descripción de los niveles de Conciencia está enfocada fundamentalmente a la ontogenia, también es válida para la filogenia. Sólo se ha de tener en cuenta algún cambio de nombres en el uso de los estudiosos de estos temas.

A mí, personalmente, me interesa estudiar algo una etapa del desarrollo histórico de la humanidad, que se corresponde con bastante precisión a los niveles 3 y 4. Pero, para abundar más a favor de la claridad de ideas, paso a exponer otra visión (muy similar a la anterior) de la Gran Cadena, considerada desde su aspecto filogenético o histórico.

La evolución y la historia, el sendero que comenzando en la transcendencia conduce hasta la misma, arrancan desde el fondo de esta Gran Cadena, y desde ahí comienzan a ascender. Y esto sucede tanto en lo ontogenético como en la filogenético. Como ya he dicho anteriormente me atengo en estas reflexiones a la filogenia.

La aparición de la humanidad supuso, sin lugar a dudas, un progreso y un avance extraordinarios, para ello, tuvo que asimilar, incluir y transcender los estadios previos. Por ello, los estadios más tempranos de la evolución de la humanidad se hallaron sometidos por impulsos subhumanos y subconscientes (estadio al que corresponde el nivel 1, o sensorio-físico en la ontogenia), y evolucionando a partir de este estado comenzó el desarrollo.

La exageración y la lujuria exacerbada en su sentido más etimológico es parte integrante y fundamental de lo que se entiende por fiesta en esta humanidad de comienzos del siglo XXI p. C. La diversión es fundamental, creo, para el desarrollo del ser humano, pero diversión humana, no puramente animal o biológica. Bueno, no veo que en las formas de vida inferiores a la “humana” haya ningún exceso ni biológico, ni sensitivo. La fiesta es específicamente humana, pero ¿por qué ha de ser esencial para la misma el exceso? ¿O acaso no es esencial?

Ya he expuesto la visión de las estructuras fundamentales de conciencia que plantean los pensadores de la psicología transpersonal, tomada desde el punto de vista de la ontogenia. Aunque esta calificación es muy similar a la de la filogenia (parece que el individuo repite la historia en su propio desarrollo), me detendré aquí para exponer la visión de la Gran Cadena propuesta desde el punto de vista de la filogenia, o del desarrollo colectivo de la humanidad. Acudo a la síntesis, como en el caso de la nota, que hace de la Gran Cadena K. Wilber.

Sustrato inconsciente

1. Subconsciente o prepersonal

1.1. Naturaleza (naturaleza física, formas de vida inferior: pleromática, material, urobórico-reptiliana)

1.2. Cuerpo (formas de vida corporalmente superiores: tifónica y mágica)

2. Autoconsciente o personal

2.1. Mente temprana (verbal, mítica, paleológica, bicameral

2.2. Mente avanzada (racional, egoico-mental, autorreflexiva)

3. Supraconsciente o transpersonal

3.1. Alma

3.1.1. Psíquica (nirmanakaya, chamánica)

3.1.2. Sutil (sambhogakaya, santidad)

3.2. Espíritu

3.2.1. Causal (dharmakaya, sabiduría)

3.2.2. Último o no dual (Svabhavikakaya, absoluto)

Según esta interpretación del sustrato inconsciente[5] van surgiendo en el proceso de desarrollo los distintos niveles de conciencia:

Niveles de conciencia

Naturaleza, que surge de la transcendencia de las formas de conciencia anteriores y que abarca la vida pleromática, o sea, de confusión e identificación de la identidad propia, o self, con el medio físico, y la urobórico-reptiliana que no va más allá de las funciones de digestión y sueño.

Cuerpo, que comprende las formas de vida corporales superiores, como son las emociones, la actividad sexual (tifónica)… y que comprende también la visión mágica del entorno con la asociación e identificación entre las distintas realidades, por ejemplo: si pinto un ciervo en la cueva, al salir de ella lo cazaré; si clavo un pincho a un muñeco que me representa a fulano, éste morirá…

Mente temprana que se corresponde con (principalmente) el nivel tres y, en aspectos, con el cuatro de la ontogenia, que hemos puesto anteriormente. Será el objeto de nuestro estudio.

Mente avanzada que se corresponde con los niveles 5 y 6 de la ontogenia.

Y los otros cuatro niveles se corresponden con los cuatro últimos allá apuntados. De hecho, como son niveles que superan el promedio de lo alcanzado hasta hoy por la humanidad, se mantienen los mismos nombres, porque no conocemos otra forma de nombrarlos. Es más la psicología occidental tradicional ni siquiera los estudia, para los psicólogos ortodoxos occidentales tales niveles no existen. Son los niveles místicos, y ya sabemos que para Freud y sus seguidores, que son legión, todos estos niveles se reducen (en un simplismo espeluznante) a niveles inferiores. Los santos y místicos para Freud no eran tales, sino neuróticos, esquizofrénicos…[6] Es enorme, sin dudas, la contribución que hizo este gigante de la psicología a dicha materia, mas su obstinación, dado su materialismo dogmático, en negar que existan niveles de conciencia superiores a la media alcanzada hoy por la mayoría de la gente le ha llevado a caer en un reduccionismo que destroza en gran medida su obra. Y lo más terrible es la popularidad que se le ha dado a dicho reduccionismo entre los que, sin conocer en profundidad el desarrollo de la conciencia humana, se atreven a dogmatizar y asumen la autoridad de Freud sin tener en cuenta toda la crítica posterior de las autoridades científicas de las distintas escuelas que han ido surgiendo posteriormente en los estudios de la psicología, sobre todo en la psicología transpersonal, sin descartar muchas otras, como la humanista, existencial, jungiana...

Nada voy a decir de los primeros niveles de conciencia de la evolución. Sólo apuntar unas palabras de Ernst Cassirer: “…La historia de la conciencia humana consiste… en la emancipación gradual de un pequeño núcleo de experiencia humana interna de un estado semionírico de identidad virtual con la vida del cuerpo y con su entorno físico… Es este hecho el que subyace a la tradición universal de una caída del paraíso cuyos ecos siguen resonando en la conciencia estrechamente ligada a la naturaleza de la que nos hablan los mitos, las formas más arcaicas del lenguaje, el pensamiento totémico… En esa esfera subconsciente inicia su camino evolutivo la penetrante conciencia individual, espacialmente determinada, de hoy en día[7]”. Esto es, que el camino recorrido por la evolución durante millones de años, la llevó desde la fisiosfera hasta la biosfera y la noosfera. Hasta la emergencia de lo humano. Y cuando la evolución llega a la noosfera, podemos esbozar las distintas visiones del mundo que corresponden a las distintas épocas del desarrollo humano promedio hasta hoy, las visiones[8]:

Épocas de desarrollo

Arcaica. Que corresponde al estadio del hombre cazador y recolector

Mágica. Que corresponde al estadio del hombre hortícola (utiliza un palo o azada).

Mítica. Que corresponde al estadio agrícola (utiliza el arado).

Racional. Que corresponde al estadio industrial y en buena medida al informático.

Estas visiones del mundo no son meras interpretaciones de un mundo dado objetivamente, sino que se trata de un mundo distinto en cada etapa, de modo que el mundo de la etapa racional en modo alguno puede ser válido para la mágica, y a la inversa. Al abrirse el campo de la conciencia en el individuo, la realidad que ésta ve y crea de alguna manera, va cambiando.

A su vez se ha de decir que dichas visiones del mundo se corresponden con las etapas de la evolución filogenética de la que hemos hablado anteriormente. Las etapas arcaica y mágica corresponden al subconsciente prepersonal. La mítica a la mente temprana e inicios de la mente avanzada. La racional a la mente avanzada…

Podemos examinar el status de los hombres y mujeres en esos estadios y las estructuras de los mismos para comprender cuánto de ello persiste hoy día, no tanto en la sociedad civil, que mal que bien, ha continuado la evolución, sino en la iglesia católica que se ha negado a seguirla, hasta el punto de que ha hecho lema de su doctrina: “No se innove nada, sólo manténgase lo que ha sido trasmitido[9]”. Que se ha opuesto con todas sus fuerzas y doctrinas al desarrollo (evolucionismo), y no sólo el doctrinal. Y que conserva todas sus estructuras basadas en una mentalidad, propia de la época neolítica. ¡Y todo ello lo hace, según dice, en nombre de Dios y de la Verdad!

Veamos unos apuntes de las épocas cazadora y hortícola, antes de penetrar más seriamente en la agraria.

Época de los recolectores o cazadores

Los roles de los varones y mujeres estaban claramente definidos en un 97% de los casos. Hombres, la caza, las mujeres la recolección y el cuidado de los hijos. No se prestaba atención a las esferas de valores masculinos y femeninos. Esta época duró desde un millón hasta 400.000 años a. C.

Algo muy similar sucede en la institución. Los roles de los varones y de las mujeres están claramente definidos: el poder para los unos, el servicio para las otras. No hay sino considerar la negativa tajante del anterior papa Juan Pablo II no ya a aceptar, sino ni tan sólo discutir la posibilidad del sacerdocio femenino, la función de las mujeres dentro de la institución, la exaltación de la virilidad de que hace gala le ideología del Opus Dei, núcleo del poder eclesiástico hoy día[10]. Los roles son muy similares a los de hace 400.000 años. En la institución en modo alguno, aunque digan lo contrario, se presta atención a los valores femeninos, y en caso de hacerlo, se los sitúa sometidos a los del varón. Es de advertir que esto sucede en todas las instituciones religiosas nacidas del semitismo: Catolicismo, Islamismo y en su origen el Judaísmo.

Hortícola

En la agricultura hay dos tipos de culturas: la hortícola y la agraria...

La hortícola se basa en la azada o palo para cavar, la agraria en el arado que necesita ser tirado por animales y necesita para ser gobernado de una fuerza física superior a la de una mujer embarazada. Una mujer embarazada puede usar el palo o azada, pero no puede con el arado. Las embarazadas eran capaces de llevar a cabo las tareas hortícolas, pero no las agrarias. En las culturas hortícolas las mujeres producían el 80% de los alimentos. Un tercio de esas culturas tuvieron deidades sólo femeninas, otro tercio tenían deidades de ambos sexos y el status de mujeres y hombres era equiparable. Eran sociedades matrifocales pero igualitarias. Esta época abarca hasta el año 10.000 a. C. En esta época parece que no hunde sus raíces ninguna institución actual. Toda la cultura de aquella época quedó apagada por la época siguiente:

Época agraria

Comienza con el cultivo de la tierra, y con la aparición de la azada y, sobre todo, el arado. Las mujeres embarazadas no podían manejar un arado, ello provocaba muchos abortos. Así tuvieron que abandonar las labores productivas y dedicarse a las reproductivas. El no poder arar conllevó una ventaja darwiniana: el arado supuso una auténtica transformación. No hubo opresión, como pretenden las feministas[11], los hombres y mujeres decidieron que la labor del arado era cosa de hombres y en sus manos quedó toda la producción de alimentos. El patriarcado fue una co-creación consciente de hombres y mujeres, para el hombre no era nada divertido arar. Las deidades pasaron a tener representaciones masculinas (el 90%). El dios y la diosa pueden tener un significado transpersonal más profundo, pero para la mentalidad promedio de la conciencia humana de este período esas imágenes solían representar realidades más prosaicas: quien llevaba la comida a casa.

Las sociedades agrícolas eran patriarcales (gobierno del padre). El hombre empezó a dominar la esfera pública en materia de gobierno, religión… y la mujer quedó reducida a la esfera privada. Es evidente el paralelismo de lo aquí expuesto con la mentalidad de la institución católica. Para la mentalidad (católica) promedio es el varón quien lleva la comida a casa, por tanto sólo él es dios, sacerdote, obispo, sabio, mediador ante dios (ante Cristo), párroco o rector de una iglesia, organizador de la comunidad, sólo él tiene la palabra para predicar y puede presidir la celebración de los ritos litúrgicos, sólo él puede administrar, salvo rarísimas excepciones, los sacramentos, y posee la autoridad sagrada. Y sobre todo sólo el varón puede acceder a la autoridad del papado. La mujer queda reducida a la esfera privada, a la interioridad del convento, de la casa, a servir al varón.

La mal llamada iglesia católica, (pues la iglesia es mucho más amplia que la institución, es todo el pueblo que camina posando sus pies en las huellas que dejó Jesús, o lo que es lo mismo, todo aquel que realiza en sí mismo la experiencia de Jesús, el Maestro), o sea la institución jerárquica es claramente un patriarcado arcaico, como aquel patriarcado primitivo que la humanidad vivió desde los comienzos de la época en que la evolución la llevó a cultivar la tierra. De todos modos todo esto lo veremos con detenimiento más adelante.

La agricultura y la expansión de la conciencia

La agricultura fue el resultado de una expansión de la conciencia, y no a la inversa. La evidencia arqueológica es contundente. Cuando el ser humano se convirtió en campesino sufrió la más importante mutación de conciencia que jamás haya experimentado nuestra humanidad. La agricultura fue el efecto más evidente de esta mutación en la estructura de la conciencia del ser humano[12].

El mundo que, allá por al año 10.000 a.C., el hombre había dejado era el mundo del tifón, un mundo en que la conciencia era prepersonal, y el hombre, simple cazador o recolector de lo que la tierra espontáneamente daba, vivía en el presente fugaz, no tenía proyección de futuro, si acaso hasta el día siguiente, o hasta el momento en que hubiera acabado la caza obtenida. Pero el mundo agrícola es el del presente extendido, un mundo en el que se siembra hoy para cosechar en el futuro, en la próxima estación o en la siguiente, lo cual supone una expansión de sus pensamientos, de sus acciones y de su conciencia más allá del presente fugaz. Esto supone una demora en la descarga de las pulsiones corporales instintivas, orientada y regida por la mente.

Con el advenimiento de este nivel de conciencia (nivel 3 según hemos visto), y con su expresión más patente: la agricultura, el hombre entró en un mundo totalmente nuevo, totalmente distinto a aquel en el que había vivido hasta entonces, el mundo del tiempo y de la comunidad temporal extendida, ampliando su horizonte vital, su conciencia hasta llegar a incluir el futuro. El mundo agrícola expandido es el mundo de la demora y el control de los impulsos, el mundo de la capacidad de posponer, canalizar, sublimar… las actividades instintivas ligadas al cuerpo, y al período de conciencia anterior. Así el constructor de pirámides es un campesino también, como lo es el asalariado padre de familia de hoy en día, del mismo modo que lo es el penitente que reza por su salvación…[13]. Esta conciencia agraria ha terminado transformándonos a todos.

La demora de los impulsos. La visión de la temporalidad

La estrecha convivencia existente entre un gran número de personas en las primeras comunidades agrícolas conllevó el desarrollo de la necesidad y de la capacidad para demorar y controlar las gratificaciones impulsivas animales del hombre tifónico a favor de objetivos mentales y temporales.

En las culturas agrícolas el individuo alcanzaba la edad adulta, cuando aprendía por una parte una habilidad especial y por otra, era capaz de soportar la tensión (psicológica y sociológica) existente entre uno mismo y otros que disponían de destrezas, poderes o ideas diferentes. La agricultura promovió la aparición del refuerzo demorado: trabajar ahora para el futuro. Para ello fueron necesarias formas de control muy poderosas. Y todo ello fue posible gracias al aumento masivo de la población comunal, a la diferenciación de habilidades físicas y a la proliferación de ideas mentales.

El nivel tres de la conciencia, o sea, la agraria, que podemos llamar con los expertos mítica, o mítico-pertenencia ha sido integrado en la evolución cuando la humanidad ha accedido a niveles más altos, como es el racional, de ahí que muchos de los aspectos del nivel mítico pervivan en nosotros y, entre ellos, la conciencia del tiempo, del presente extendido: renunciar a la gratificación impulsiva por objetivos más elevados ubicados en el futuro. Y éste es uno de los aspectos fundamentales de la conciencia agrícola que ha pasado a formar parte integrante de la estructura ideológica de la iglesia católica.

Todos los que hemos sido educados en la visión del cristianismo que pregona esta institución, hemos sido instruidos en que el cielo, la gloria, la salvación, está en el futuro, se dará al final de esta vida, en que la resurrección vendrá después de la muerte corporal, en que esta vida es el período de siembra en espera de la cosecha…, la proyección hacia el futuro en el tiempo es básica en la doctrina que nos enseñaron y que ha mantenido la iglesia a lo largo de los siglos[14]. Es más, aunque en modo alguno se pretende acusar a nadie, en todo caso denunciar la incompetencia de los sacerdotes y demás formadores de la institución durante una larga época que aún perdura, se ha identificado en muchísimas ocasiones la eternidad con la duración indefinida, con un tiempo sin final. En descargo de esta visión hay que decir que la visión de temporalidad está tan asumida en nuestra conciencia (agraria) que difícilmente nos podemos librar de ella. Personalmente recuerdo los ejemplos que me ponían en el colegio -religioso para hablarme de la eternidad de las penas del infierno: una hormiga que dando vueltas a la tierra consiguiera partirla en dos con el desgaste de sus patitas, pues cuando llegara ese momento, nos decían, aún no estará ni empezando el infierno.

Pero, salvando esta época de ignorancia atroz y de retroceso total a la mente agraria o mítica, el caso es que en la ideología católica la salvación no es para ahora, sino para el futuro. Es exactamente lo que piensa el agricultor cuando siembra, el asalariado cuando espera la paga al final de mes, o la jubilación para cuando cumpla la edad pertinente… la iglesia no ha evolucionado más allá del tiempo. Y lo que es peor, incluso las afirmaciones de Jesucristo que van más allá del tiempo, las trata de explicar con una visión temporal[15].

Jesús viene a salvarnos ahora que es siempre (nuestro lenguaje es necesariamente pobre), viene a liberarnos del tiempo, como él estaba libre, cuando la institución se hace esclava del mismo y nos promete una salvación para el futuro si cumplimos los mandamientos. Esto es no pasar del nivel de la conciencia agraria, no pasar del nivel tres de la conciencia, del nivel mítico dentro del cual está escrita casi toda la Biblia.

Pensar en una salvación en el futuro, sentir la necesidad de buscar incesantemente a Dios, es afirmar que Dios no está en todas partes, es decir que está en unas partes más presente que en otras, lo que equivale a negar el Espíritu. Lo único que existe es el Espíritu, y por lo tanto la búsqueda es inútil, no tenemos que proyectarnos hacia un futuro para alcanzar a Dios, al Espíritu, puesto que en toda su plenitud ya está, ya es aquí y ahora, y la única actitud posible en la persona que haya avanzado lo suficiente en su conciencia es ser plena, total y completamente consciente de él.

Yo no desprecio, ni quiero que se vean así mis afirmaciones, el nivel de conciencia mítico-pertenencia; con lo que no estoy de acuerdo es con quedarse en ese nivel sin progresar en la evolución, en el desarrollo de la conciencia en sí misma hasta llegar hasta el nivel que nos propone el mismo Jesús: Sed perfectos como mi Padre, ese nivel que han alcanzado los místicos y los verdaderos sabios de la historia de los hombres, las grandes cumbres de la espiritualidad humana.



[1] Ya sabemos que la institución católica es la Jerarquía.

[2] Su espiritualidad se basa en la negación de uno mismo para que en todo sea Dios. Es el contenido de su Cántico Espiritual, de la Subida al Monte Carmelo: negación de los sentidos, de los apetitos del alma. Y en todo nada, nada, nada. Olvido de lo criado, / memoria del Criador, / atención a lo interior/ y estarse amando al Amado.

[3] Vida y obras de san Juan de la Cruz. B.A.C. 1960. Páginas 1110...

[4] Creo oportuno traer aquí a colación un texto clásico del Yoga:

“La mente no brilla debido a su propia luz,

sino que es objeto iluminado por el Yo…

el yo es ilimitado,

es la consciencia pura

que ilumina los contenidos de la mente…

el egoísmo es la sensación limitada del “yo”,

surge cuando el intelecto se atribuye para sí

el poder de la conciencia.

[5] El sustrato inconsciente consiste en esencia en todas las estructuras profundas potencialmente dispuestas a emerger, por la vía del recuerdo (ontológico) en algún momento futuro del proceso de desarrollo o evolución. Estas estructuras son inconscientes, pero no se hallan reprimidas.

[6] Tan introducido está esta visión reduccionista sobre la mística que en un debate televisivo un sacerdote católico en activo, con bastante reconocimiento como docto por parte de la sociedad, me espetó directamente: “Hay que considerar a los místicos antes de Freud y después de Freud”. Hablaba yo en esos momentos de Teresa de Ávila.

[7] Cfrt. Después del Edén. Ed. Kayrós, 2ª Edición. Página 26.

[8] No voy a referir las etapas del desarrollo superior, pues la humanidad promedio no ha llegado a ellas, tan sólo los míticos, santos y verdaderos sabios (no eruditos, ni meramente científicos) de la humanidad.

[9] “Nihil innovetur, nisi quod traditum est”. Es el lema del magisterio eclesiástico.

[10] Punto 121 de Camino, de Josémaría Escrivà de Balaguer. Obra base de la ideología del Opus Dei.

[11] Cfrt. Breve historia de todas las cosas. Wilber. Kairós. 3º Edición. Tema 3.

[12] Véase Después del edén. Ken Wilber. Página 136.

[13] The Transformation. Leonard, G. New Cork. 1973.

[14] Bástenos recordar el apartado de la teología que se tenía que estudiar en los seminarios, llamado: De novissimis (Las Postrimerías, Muerte, Juicio, Infierno y Gloria). Y las páginas dedicadas en el Enchiridion Symbolorum a Novísima Singulorum Hominum.

[15] Ver Jn. 8, 56. Jn. 6…y 40. Jn. 14,6-7, Jn. 17,2-3. y todo el evangelio de Juan. Uno de los aspectos quizás más interesantes de la transfiguración es la presencia de lo que ES, de la Eternidad. Jesús era ya el resucitado, siempre lo fue. Nosotros siempre somos los resucitados, si se puede utilizar la palabra siempre, pero no tenemos otra forma de hablar. A Jesús le acompañan dos personajes que son presentes, que han transcendido el pasado, el tiempo. Y los discípulos contemplaron la gloria de Jesús, la gloria del Unigénito de la que habla Juan, gloria que es puro presente sin pasado ni futuro, pura plenitud de Ser.

Mentalidad agraria de la institución católica

De la mentalidad mítica o agraria de la institución católica

Segunda parte

La aparición de la urbe. Las normas

Otra de las características, a la que antes nos hemos referido, de la conciencia mítico-pertenencia, o agrícola, es la de la aparición de la vida urbana, la aparición de grandes comunidades humanas, la aparición de la ciudad. Se pasó de vivir en hordas y tribus de pocos individuos a verdaderas ciudades, que pudieron llegar a miles (en la época de los imperios a muchos miles) de individuos. Esta convivencia dentro de un espacio limitado supuso una capacidad psicológica, desconocida hasta entonces, para soportar la tensión existente entre uno mismo y la presencia de otros que disponen de cualidades distintas a las propias, y la conjunción de todas estas habilidades para el provecho común.

En este aspecto la conciencia humana promedio no ha avanzado gran cosa, quizás en algunos países se haya avanzado un grado en el nivel de conciencia, aunque ahora con la actitud del presidente de EE.UU. y otros mandatarios estamos retrocediendo claramente. Señal de que los estados también retroceden (cada pueblo tiene el gobierno que se merece). Han cambiado las formas en casi todo el mundo, lo que podríamos llamar estructuras superficiales, pero en modo alguno las estructuras profundas. La humanidad ha pasado por imperios, por tiranías, por reinados, por repúblicas… hasta llegar en muchas sociedades a la democracia, pero la relación entre los miembros de la sociedad está basada en normas de convivencia, como hace miles de años, muy mejoradas ciertamente, pero que no han sido sustituidas por virtudes de un orden superior de conciencia, como la iluminación, la compasión (cum patio = sentir con o amar, no sólo sufrir con, como dice la Real Academia) verdadera, el amor a los enemigos.

La institución, llamada iglesia católica, pese a que en su doctrina habla de esas virtudes superiores de la conciencia plenamente evolucionada, no las emplea en modo alguno en la relación con los individuos fieles a ella. La autoridad es monológuica, no es dialogante. A sí misma se llama iglesia docente, o que enseña, mientras que sus fieles, y sobre todo las mujeres, son sólo iglesia discente, o que aprende. Y esto lo hace, dice, porque Cristo así lo ordenó, cuando Jesús ni siquiera pensó en instituir la iglesia[1]. Aún tiene establecidos cinco mandamientos por los que se han de regir “sus fieles”. La figura del papa es causa de verdadera idolatría por parte no ya de los fieles, sino de los mismos poderosos cardenales de la curia, bien lo hemos podido comprobar con la larga agonía, la muerte y sepelio de Juan Pablo II, los tres acontecimientos televisados, y la urgencia por incoar el proceso de su canonización. ¿Qué pretenden? ¿Atar con cadenas el tipo de iglesia cristiana que ese señor propugnó? Y si hablamos de su sucesor en la sede de Roma, que ha sido durante más de veinte años perseguidor sistemático de cualquier idea que oliera a progreso o evolución, ¡un señor que entronca con aquellos inquisidores del Medievo y de la Edad Moderna, que eran llamados: martillos de herejes! ¿Es esta la aplicación de las grandes virtudes del diálogo, la compasión, la iluminación a la relación entre las distintas funciones dentro de la sociedad? ¿Es esto vivir en comunidad cristiana? Más bien parece volver a un imperialismo teocrático de corte faraónico.

Uno de los grandes avances de la humanidad en su nivel de conciencia promedio ha sido llegar al nivel cuatro, el racional, y uno de los valores de esta racionalidad en lo que a las relaciones sociales se refiere es, sin dudas, la democracia. Por su parte la institución católica, que permanece anclada en el período de conciencia anterior a la racionalidad, ignora sistemáticamente todo tipo de democracia interna y como siempre afirma que su actitud se basa en lo dispuesto por Dios. Es una verdadera monarquía absoluta, en la que el que detenta el máximo poder, lo hace de forma absolutista, sin que pueda ser coartado por nada ni por nadie, sólo por Dios (¿Qué Dios? ¿El que ellos se fabrican?). Y además posee la infalibilidad para decidir en la doctrina y en la moral. Evidentemente que todo esto hace reír a quien tenga una mente democrática, a quien sea consciente de que toda autoridad se ejerce en nombre del pueblo, por mandato del pueblo y por un tiempo determinado, que la autoridad no es sino para gestionar, no para mandar, ordenar y mucho menos definir.

En la mentalidad agraria, cuando la humanidad promedio no había alcanzado el nivel de conciencia que supera la visión mítica, todas las funciones del papa hubieran sido coherentes. Es más este tipo de mentalidad sobre la forma de estructurar la sociedad se ha mantenido durante muchos siglos posteriores al comienzo de una mente más racional y menos de pertenencia. De hecho toda la Edad Media ha estado impactada por este tipo de mentalidad. Y de aquella época, muy probablemente, tomó la institución su propia forma de gobierno interno, en la que el pueblo no puede más que obedecer y aprender la doctrina correcta, aunque teóricamente se afirma que en él mora el Espíritu Santo (sensus fidelium). El ejercicio del poder tanto jurídico, como sagrado (en la “administración[2]” de los sacramentos) está reservado sólo a determinados varones quienes poseen de por vida el poder sacramental. Nunca el pueblo es depositario más que de la sumisión y obediencia[3].

La aparición del lenguaje

Pero, volviendo a la reflexión sobre la evolución de la conciencia y al comienzo de la época agraria, ¿Por qué y sobre todo cómo tuvo lugar este cambio de conciencia? ¿Qué es lo que posibilitó y movilizó a comunidades enteras a renunciar a la gratificación impulsiva por objetivos más elevados ubicados en el futuro?

La respuesta que dan los estudiosos de este tema es la siguiente: “esto fue posible gracias a la emergencia del lenguaje y estimulado por una acometida nueva y más intensa de la muerte”.

Ilustremos algo más esta respuesta: La agricultura fue simultáneamente una experiencia de crecimiento y una búsqueda de seguridad. La conciencia del ser humano se expandió y le permitió presentarse el futuro, y a su vez planificarlo. A la vez cobró una conciencia más vívida de su mortalidad que también le obligó a proyectar su existencia hacia el futuro, para encontrarse consigo mismo el día de mañana, o sea, a perpetuarse en el tiempo. Adquirió una nueva sensación de identidad, la mental o como llaman los estudiosos: self mental, y la agricultura cumplió con la función de consolidarla. Aparecieron con este nuevo self nuevas capacidades y nuevos terrores.

Nueva acometida de la muerte y la inmortalidad

Parece casi seguro que esta época estuvo acompañada de una nueva acometida de la muerte, porque por esta época nos encontramos con la práctica común de celebraciones de enterramiento. Y los enterramientos constituyen un intento de hacer frente a la impronta de la muerte.

A mayor conciencia en el ser humano, más conciencia de la propia contingencia. Por ello, el self separado debió crear un nuevo mundo temporal más expandido en el que proyectar imaginariamente la continuidad (ilusoria) de su propia existencia. Las traslaciones, o movimientos de conciencia adaptándose al nivel conseguido, de la época anterior, las tifónicas, eran meramente instantáneas, no fueron suficientes y hubo que realizar una transformación. Se acabó el mundo del presente simple y apareció el del futuro. Este self tenso, extendido fue el que inventó la agricultura para comprar tiempo, para evitar la muerte y preservar su sensación (en un nivel superior al del tifón o cazador-recolector) de identidad separada.

Son dos los elementos que afloran en esta reflexión: la proyección del self hacia el futuro y la nueva importancia de la muerte en la conciencia del hombre, del ser humano. Ambos aspectos perduran hoy con un enorme vigor en la conciencia promedio, porque perdurar el nivel inferior de la conciencia lo ha de hacer siempre, pero reasumido por una nueva estructura. Así frente a la mera visión de una mera estructura temporal, un nivel de conciencia superior, transpersonal asume el tiempo en la experiencia del presente eterno, de la eternidad, y no a la inversa. Y la eternidad es ahora, en el presente absoluto, no en el futuro, que ni siquiera es.

La conciencia promedio ha quedado estabilizada en estas dimensiones del tiempo extendido y de la tremenda presencia de la muerte, aunque esta cultura occidental en la que vivimos esté queriendo borrar la presencia de la muerte en nuestras vidas: a los enfermos se los confina en los hospitales (allá pueden ser atendidos y curados mejor que en casa) con razones a veces muy válidas, otras no tanto y a veces, en el caso de los enfermos terminales, falsas o que no tiene en cuenta más que el aspecto corporal de la salud, no el humano, ni el espiritual… La muerte es un tema tabú en todo debate, todo se proyecta para esta vida, como si ella fuera sin límites. En el lenguaje coloquial y en otros se utiliza muchísimo el adverbio “siempre”[4], que viene a significar duración interminable. Sería más sensato utilizar la perífrasis: “mientras vivieron”, o alguna similar. La eternidad no ha calado en la cultura, y si lo ha hecho en ciertos aspectos es con el significado de duración sin límite, lo cual tiene un claro significado temporal, como se ha apuntado anteriormente. En ello ha colaborado la liturgia de la iglesia católica, de la que todos somos deudores, cuando finalizaba las oraciones con la frase latina: Per omnia saecula saeculorum (por todos los siglos de los siglos), de clara significación temporal, aunque su pretensión no fuera quizás ésta.

Pues bien, las estructuras de la iglesia católica están ancladas, en estos dos elementos: vive proyectada totalmente para el futuro (esta vida es para alcanzar la otra, el cielo) y ante la muerte, más que para la resurrección. Lo cual parece desarrollar un auténtico morbo por el final de la vida corporal. Bien lo podemos ver en los momentos cruciales como los que se ha vivido en Occidente este año (2005) con la muerte del papa. Exhibición exhaustiva de la enfermedad del pobre hombre, exhibición del cadáver, de la procesión del sepelio, el enorme boato de todas las liturgia celebradas, la multitud de misas celebradas por la salvación de su alma, todo cuando ya han incoado el proceso de canonización, ¿si es santo a qué vienen esas misas imprecatorias, pidiendo por la salvación de su alma (usando la terminología oficial?? Y ya saliéndonos de lo específicamente papal, que nos habla del régimen absolutista (agrario e imperial) de la institución, con todos los que de alguna manera (manera pobre y nada exigente) considera fieles (clientes) el culto a la muerte en sus sepelios es paradigmático. Es cierto que se habla de resurrección, pero muy mal entendida pues en el fondo la misma resurrección se entiende como proyección de futuro y de vida no atemporal, sino intemporal, lo que se hace, por ejemplo, con las misas por el ¿eterno? descanso del difunto no es sino rendir tributo de admiración morbosa a la muerte, reincorporando a la conciencia de los familiares el recuerdo de quien murió e ignorando por completo la eternidad del ahora, eternidad igualmente válida para el difunto[5].

Este culto a la muerte nos está hablando de que para los llamados fieles de la iglesia, y para la institución, la muerte tiene una urgencia enorme, capital que apaga incluso los acordes maravillosos de una resurrección de Cristo y de todos, que no es en modo alguno temporal, sino un Misterio que nos abre a la realidad íntima, eterna y absoluta de nuestro Ser Original también en este mismo momento.

El tiempo es, sin duda, junto con el espacio el medio en el que nuestro ser limitado, nuestra manifestación como manifestación de la multiplicidad de la conciencia se desenvuelve y desarrolla. Yo no trato de negar esto, pero sí de afirmar que la visión de nuestra vida como realidad exclusivamente extendida en el tiempo y en el espacio es mantener la conciencia en los niveles de la época agraria. Los místicos, sin dudas, han transformado el tiempo en eternidad, han vivido el ahora plenamente. “Mas no yo, sino Cristo es quien vive en mí” dice Pablo, y el Cristo era y es el Ungido Eterno. La institución habla mucho, tal vez, de eternidad, pero una eternidad cargada de temporalidad, y en muchísimas ocasiones transformada en una temporalidad alargada. Que no es sino lo que pretendía la mentalidad agrícola al sembrar hoy para recoger al año siguiente.

La celebración del tiempo litúrgico es, como la celebración de los tiempos lunares y de las cosechas, algo bueno y laudable, pero quedarse en ello exclusivamente es poner palos a la rueda de la evolución de la conciencia, por ende de lo Divino en el Kosmos.

Hemos dicho que la conciencia agrícola o mítica permitió que los hombres[6] pudieran reunirse en ciudades de signo creciente. Esto demuestra la transcendencia evolutiva de este nivel. La conciencia agrícola era una conciencia de pertenencia (de conciencia comunal), una forma de unidad superior en el camino hacia la Unidad Suprema o Última, por otra parte una conciencia agrícola significa que se ha dejado de depender del alimento ocasional, o sea que la conciencia agrícola era una conciencia temporal, que transcendía el presente simple, que se labraba un futuro.

Ahora bien, la dinámica psicológica esencial de esta conciencia fue la represión de la muerte y su principal vehículo fue el lenguaje. Dicen muchos investigadores que el lenguaje es el gran vehículo del tiempo y de la representación temporal. Con el lenguaje se pueden representar una cadena de acontecimientos y proyectarlos más allá del presente inmediato. Fue este sin duda uno de los grandes logros de la conciencia en su desarrollo hacia la Totalidad, de Dios hacia Dios, expresado en este mundo manifiesto de las múltiples formas. El rasgo característico de la estructura de pertenencia es el mismo lenguaje. Por eso el nivel de conciencia de pertenencia es el adecuado para mantener una cultura agrícola temporal.

El yo (self) mítico-agrario

El self, o identidad, propio de la estructura de pertenencia era, en suma, un self verbal, y como el lenguaje transciende el presente, el self transciende el cuerpo, podía ver el mañana, demorar y canalizar sus deseos corporales… así la naturaleza humana pudo alcanzar un nivel nuevo y superior. Pero este lenguaje era “autista” en palabras de Sullivan[7], se trataba de un pensamiento paleológico, o sea, que el paso de la imaginería mágico/emocional/pránica (conciencia del tifón, del humano cazador) a la mentalidad lógico/racional/conceptual (al agrícola) no fue un salto en el vacío, sino que atravesó por un estadio intermedio de cognición mítica, lo que en un tiempo se consideró como una combinación entre magia y lógica que informa y estructura los primeros estadios del lenguaje. Así pues, el primer lenguaje y la primera mente fue una mente mítica y poleológica. Es la época de las civilizaciones clásicas: Egipto, Babilonia, Sumer, la civilización azteco-maya en México, la Shang en China, la del valle del Indo, la micénica, la antigua Grecia. Es la época que Gebser califica de mítico. Hay un debate entre los estudiosos de la prehistoria sobre la aparición del lenguaje en la prehistoria. No vamos a entrar en este tema, sólo apuntar lo que interesa a nuestra reflexión. Piensan una pléyade de eruditos en el tema que el lenguaje debió haber provocado cambios tan dramáticos en la atención del hombre a las cosas y a las personas y debió permitir tal intercambio de información que debió dejar rastros arqueológicos. Jaynes establece diferentes estadios de evolución del lenguaje[8]. Para él el lenguaje plenamente desarrollado probablemente no apareció antes del año 50.000 a.C., fecha que coincide con el florecimiento del paleolítico tardío, y probablemente alcanzó su plenitud al rededor del 10.000 a.C. Esta visión de Jaynes sobre el origen del lenguaje coincide con la opinión expuesta en este libro: el lenguaje plenamente desarrollado aparece a finales período mágico-tifónico tardío, y su cúspide alrededor comienzos período mítico-pertenencia (con el origen de las culturas agrícolas). No se puede precisar más. Para Wilber sólo en el período mesolítico – neolítico el lenguaje pudo haberse convertido en el vehículo predominante de la sensación de identidad separada (y de toda la cultura). En esta época el lenguaje se convirtió en el elemento dominante de la estructura prevalerte de conciencia, la de mítico-pertenencia.

Fue la nueva mentalidad lingüística la que desarrolló la agricultura. Gracias al lenguaje la mente verbal podía diferenciarse a sí misma del self corporal anterior, podía escapar de lo inmediato y concebir y mantener objetivos de largo alcance. La importancia del lenguaje en la evolución humana, y por ende, en el desarrollo de la Conciencia en el Cosmos es de capital importancia, quizás la manifestación más importante de dicha evolución, pues el lenguaje manifiesta la aparición de la conciencia plenamente humana. Es la conciencia de mítico pertenencia hecha presente en el lenguaje la primera conciencia específicamente humana, pues en los niveles anteriores la conciencia está equiparada a las plantas y a los animales. Pero no podemos olvidar que por muy importante que esto sea, no es sino un paso hacia la Plenitud, hacia la evolución total del Espíritu que camina hacia sí mismo a través de la multiplicidad de formas. Por ello tanto el lenguaje, como la conciencia mental mítica o poleológica han de ser integrados en niveles superiores de conciencia que son a su vez pasos nuevos hacia la Totalidad. Quedarse parado en el lenguaje mítico[9] es impedir el avance de la conciencia hacia niveles más altos.

Parece que la institución es esto lo que hace, no así los místicos cristianos. Sería una gran aportación de luz comparar el lenguaje caduco y obsoleto de la liturgia sacramental católica con el de los poemas de S. Juan de la Cruz, o los sermones de M. Eckhart. Y no ya por la utilización del latín en la liturgia, pues el latín es una lengua muy hermosa y muy humana (aunque sin dudas carece de muchos términos para expresar realidades actuales y no sólo tecnológicas). O estudiar el lenguaje de las encíclicas de los papas… Yo no voy a hacerlo, entre otras causas (la principal) porque carezco de formación para ello, y porque no creo que proceda en este ya largo capítulo. La institución se ha quedado varada en un tipo de lenguaje arcaico, medieval, obsoleto que no se comunica con las personas del siglo XXI. Y el lenguaje es el mundo simbolizado, si el mundo comunicado por el lenguaje no es el real, el actual, el lenguaje no interesa a los humanos. Esto es lo que pasa con la institución. A la gente sólo le importa la parafernalia externa, el boato, los viajes del papa, el lujo del enterramiento, las antiquísimas formas mantenidas para la elección de un nuevo papa, el cumplir con las normas sociales del casamiento, los entierros, la misa del año de la muerte del difunto… pero en absoluto el Misterio de Jesús, el Cristo. La iglesia (¿La institución?) tendría que buscar un lenguaje que actualice de verdad el mito que no es algo prerracional, sino un Misterio de transracionalidad, una realidad que compromete e interpela la conciencia hacia un desarrollo superior siempre, mientras dure la vida. La institución sigue utilizando un lenguaje que no simboliza al mundo actual, por ello su palabra no interesa, y los obispos y curas piensan que lo que sucede es que a la gente no le interesa la Verdad de Jesús[10], que esta sociedad se ha vuelto de espaldas a él. Posiblemente esto tiene muchos aspectos de verdad, pero ¿por qué es así?

A partir de este momento, la humanidad se podía reproducir físicamente (con el alimento), biológicamente (con el sexo) y culturalmente (mediante la mente). La reproducción de la mente humana generación tras generación es un acto de comunicación verbal. Esta comunicación no es un nivel superior de la biología, porque lo orgánico de otro nivel deja de ser orgánico. Se trata de un nivel transorgánico, transbiológico, un verdadero salto cualitativo en la evolución transcendente. “Es un verdadero salto a otro plano” se trata de un nivel supraorgánico (A.L. Kroeber).



[1] Véase la obra de Schillebeeckx, Jesús. La historia de un viviente, entre otras muchas de diferentes autores. De hecho no hay hoy un solo teólogo mínimamente libre que defienda la institución de una iglesia por parte de Jesús.

[2] La iglesia oficial habla de la administración de los sacramentos, quizás como se administra una finca o unos bienes económicos. Pero el caso es que los sacramentos son fundamentalmente símbolos, que hacen que lo humano y lo Divino se encuentren en la insondable profundidad del Misterio, y los símbolos requieren que el sujeto lo asuma como tal, si no, el símbolo deja de ser tal. Por lo cual entiendo que los sacramentos no pueden ser administrado, como una entidad puramente material, sino celebrados como el gran Misterio de la Vida.

[3] No me refiero aquí a la obediencia como actitud plenamente consciente que, procediendo ob auditu, actúa en consecuencia como resultado de un diálogo, sino a la actitud de sumisión pregonada constantemente por los sacerdotes, por las funcionarios de la institución.

[4] Por ejemplo: Y así vivieron para siempre, y se amaron para siempre, y siempre fueron felices…

[5] Creo que podríamos reflexionar seriamente sobre las supuestas palabras de Jesús al buen ladrón, cuando ambos estaban crucificados. Se entablo un diálogo entre Jesús y el ladrón. Éste le dijo: Acuérdate de mí cuando vuelvas como rey. Jesús le respondió: Te lo aseguro. Hoy estarás conmigo en el paraíso. El ladrón le pide a Jesús que se acuerde de él en un futuro, cuando vuelva Jesús como rey (sin duda este hombre esperaba, pero su proyección era de futuro, como la de la inmensa mayoría de los humanos). Y Jesús l e responde Hoy. No mañana, ni en un futuro próximo. El paraíso es hoy, no es para mañana, es hoy estemos donde estemos.

[6] Utilizo la palabra hombre en su sentido etimológico: miembro del colectivo humano. Por tanto abarca tanto al varón como a la mujer. Últimamente en nuestra cultura lingüística hombre es sinónimo de varón. Creo que esta es una de las más viles acciones del machismo cultural. El hombre tiene dos polos diferenciados en sus formas, pero en modo alguno en su ser y dignidad, son varón y mujer. Identificar un solo con el nombre común a ambos es una aberración, por muy legitimado que esté por la cultura social.

[7] Citado por Wilber en el Proyecto Atman. Kairós. Barcelona.

[8] Citado en Después del Edén. Página143. 2ª edición. Kairós. Barcelona

[9] Hay hoy día un recurso constante en la teología católica al mito y al lenguaje mítico. Yo personalmente he participado y continúo participando en este lenguaje. Es el lenguaje fundamental en el que está escrita la Biblia. Creo por ello, que es necesario saber distinguir y precisar lo que se entiende por mito y lenguaje mítico. La aportación más clara que podemos hacer para entender el contenido de la palabra mito, puede encontrarse en la distinción que Wilber hace entre lo prerracional y lo transrracional. Llama prerracional a todos aquellos elementos, de conciencia, visiones, del mundo, interpretaciones de lo Divino , etc.… que no llegan al nivel mínimo de racionalidad. Por ejemplo la visión que un niño de dos años tiene de sus padres, la visión que puede tener un hombre del Neolítico del mar (incluso la que tenían muchos de los que acompañaron a Colón). En estas visiones prerracionales están comprendidos muchos mitos primitivos, sólo hay que ver las interpretaciones bíblicas de Dios, los ángeles, la vida… el los primeros libros del Pentateuco. En este sentido el mito equivale a una mente prerracional. Es a lo que se refiere el texto al hablar de la mente mítica, a la época mítico pertenencia. Pero existe otra dimensión de la conciencia que tampoco es racional, como sucede con lo prerracional, pero no porque sea eso, pre/, sino porque es trans/. Se trata de una conciencia que ha evolucionado hacia niveles superiores y ha transcendido lo racional, para adentrarse en los niveles transrracionales y transpersonales. En este último sentido también tenemos mitos, o misterios, profundas experiencias de vida que exceden con mucho a la mera racionalidad, pero que no son ilusiones sino realidades de conciencia, de esa conciencia que camina libre de las taras de la racionalidad. En este sentido hemos de tener mucho cuidado para no negar los mitos o misterios, sin más confundiéndolos con los otros, los prerracionales. La experiencia, la fe individual, (no la mera creencia, porque me lo dicen) de la resurrección nos introduce en un mito transrracional, que nada tiene que ver con las prácticas míticas primitivas, sin negar la validez de dichas prácticas para una conciencia de nivel tres.

Entre los autores estudiosos de la conciencia no hay unanimidad a la hora de interpretar el mito. Hay quienes lo ven como una altura inconmensurable de la conciencia humana como Gedser (La interpretación de las culturas) y quienes lo ven como un camino hacia la racionalidad como Wilber (Después del edén). Yo personalmente pienso que en todo mito válido hay, o al menos puede haber, un núcleo transrracional que debe mantenerse en todos los niveles del desarrollo de la conciencia hasta llegar al no dual.

[10] Yo me pregunto qué verdad de Jesús puede haber en esa asistencia de obispos y un cardenal a la manifestación, que en boca de sus promotores era para defender el matrimonio (el matrimonio que ellos consideran el único válido), pero en realidad era para condenar el de los homosexuales, pues fue la aprobación en el congreso de los diputados de este tipo de matrimonios, lo que motivó la manifestación. Y una semana después en una manifestación contra el hambre en el mundo sólo estuvieron presente un obispo y un cura (que por cierto es un conocido cantante de rock). Yo me pregunto qué verdad de Jesús hay en el apoyo de los obispos españoles a la actitud cínica, nihilista, hipócrita, destructiva, deseosa de poder del PP. Y no digamos en el lenguaje utilizado por obispos y curas.